jueves, 30 de septiembre de 2010

Nueva nota aún sin nombre. (leer despacio)

Una noche normal en una tarde de ensueño, llegué a casa impactado, descargue la maleta, fui a la nevera tomé un té frío, abrí mi cuarto, prendí el laptop, coloqué música y me recosté en la cama a pensar… el cerebro se me carcomía porque no podía creer las cosas buenas que me habían pasado ese día y las cosas malas que habían venido pasando, fue como quedarme en una foto que tenía color aunque fuera de noche, enfrente de una ventana yo junto a su cuerpo, la vista tenía la luz de muchas casas en una montaña con un trasfondo de atardecer azul; nuevamente estaba en la cama mirando hacia el techo; luego de un tiempo…cerré los ojos y empezó una canción que me evoca sentimientos, en realidad el hombre debería evadir los sentimientos más aún cuando no son correspondidos y el arte evoca la sensibilidad, debe ser por eso que ya no le encuentro el mismo gusto al teatro, prefiero fotografiar mentalmente una dicha o una desdicha sin par…pero qué diablos digo, la fotografía también es un arte… bueno, debe ser por eso que también ya no me gusta tener esas imágenes en mi cabeza.

La canción que empezó a sonar era “Breath me”, que canción más inspiradora, me recuerda siempre a alguien que apareció en mi vida y que no es nada común, me dijo una vez escúchela que es muy anoréxica…anoréxica pero profunda… él es un desterrado que vive en su cuarto, que congela el aire, que congela la mente, un enano de 13 años que vive como un gigante de 50, el caso es que la canción con su melodía una vez más me descargaba el cuerpo y levantaba mi alma… no con el análisis de lo que la letra pueda decir porque en últimas la canción la he trillado tanto para dejar salir las lágrimas que en últimas sientes que ya no hace nada.
Su cabeza sobre mi pecho y mis manos en su cabello, nuevamente estaba mirando yo en mí cuarto hacia el techo. Hacía demasiado tiempo que no fumaba un cigarrillo en el cuarto, de hecho lo había dejado de hacer desde que dije que no quería causarle preocupaciones a mi papá porque de pronto podía quemar el apartamento y porque me sentía tan incómodo abriendo la ventana y asomando la boca para tratar de llevar el humo a fuera en la calle y no en mi cuarto; esa noche lo hice, pero antes de eso saludé a la luna, tan cortante e imponente en el paisaje de mis noches en las que me acuesto de 1000 maneras en la cama para tratar de mirar su recorrido y tratar de ver sus cambios en cada fin del día; votando las cerillas al piso de pronto escuche el bramido de un hombre que estaba acostado en la fachada del edificio arropado con un cartón, este me dijo:

- Malparido viento ya no puede uno dormir en paz porque además de hacer frío me llora sus putas lágrimas en la cara y ni siquiera son húmedas sino secas, ah puta vida-

solté una carcajada y me causó curiosidad lo que había dicho este indigente, hay gente tan jocosa en lo que dice… ahí otra gente que abre la boca para destruir la armonía con lo que dice y por más que este hubiera utilizado palabras con cólera...había maldecido algo tan común como es el viento y a la vez hacerlo metafóricamente; sin miedo le llame y le pedí mis disculpas, daba gracias al mismo tiempo a una experiencia de mi vida que a los 16 años me hizo perderle el miedo a personas normales como nosotros que sólo llevan ropa sucia por pereza a volver ensuciarla, vieja por pereza a comprar más y luego no saber que ponerse…ese miedo me lo quitó alguien que no vale la pena, le pregunté:

- ¿hace mucho frío?-

Me contestó:

- Mucho, pero uno se acostumbra-

No me dio importancia y le tiré un saco que ya no me gustaba, creo que era de mis hermanos… ese señor me hizo la sonrisa más linda que hace mucho no encontraba en las personas, pero con los dientes más feitos que pudiera haber visto, algo a lo que también estoy acostumbrado siendo amable con las señoras del aseo del colegio y otras personas con las que mi papá suele ser muy amable, es mucho más valiosa una sonrisa tal como la de él… que muchas otras sonrisas hipócritas a las que estoy acostumbrado. Son cosas que aún siendo tan efímeras uno aprende a valorar.

Le pregunté:

-¿tiene hambre?-

Dijo:

-Gracias a Dios todavía la tengo que tal que ya ni eso sintiera-

Fui por las onces más ricas que habían y se las lancé…comía con un gusto, que agrado fue verlo así…prendí otro cigarrillo, me lo terminé mientras lo miraba y cuando terminé me di cuenta que ya no me sentía incómodo estando frente a la ventana…no me sentía incómodo hablando con un indigente, no me incomodaba el frío que estaba haciendo, en cambio ahora si me incómoda salir a tomar con gente, ir a fiestas a ver borrachos y espectáculos, para mí… suficiente espectáculo era haber compartido esa noche con un nuevo amigo, sí un nuevo amigo, se hizo tan confianzudo que me dijo…

-oiga parece un preso entre esa reja, baje más bien y me cuenta qué hace un niño cómo usted fumando mientras su papá y su mamá se acuestan-

tenía un impulso por bajar, pero mi mente de niño me impedía hacerlo, quería ser desinhibido como a veces soy, pero quería ser recatado como también a veces soy y entonces…

Continuará...