sábado, 11 de marzo de 2017

Comentario sobre la crítica a la Reapertura de MAMBO: – Respirar cuesta. La política de lo nuevo -Conservación, renovación y curaduría oficial en el nuevo viejo Mambo de Bogotá-

Frente a la reciente apertura del Museo de Arte Moderno de Bogotá, muchas han sido las publicaciones positivas frente al evento; sin embargo, otras nuevas opiniones no del todo comulgaron con las decisiones directivas de la entidad y aquí se las presento:

http://esferapublica.org/nfblog/respirar-cuesta/

Y como no todo en la vida es blanco y negro, quise manifestar mi opinión desinteresada y neutral frente a aspectos con los que estuve de acuerdo y no, porque al fin y al cabo las cosas a veces son más complejas de lo que parecen, y algunas otras funcionan por fuerzas mucho mayores e imperceptibles a lo que nuestro entorno inmediato nos dice. Espero puedan leer la crítica original, y mi respuesta para formar y construir también su propio criterio.




Con el grato gusto de conocer por primera vez su Blog (Esféra Pública), de descubrir que hay estos espacios para la reflexión y contraposición formativa sobre el arte en Colombia, me permito comentar y dejar mi opinión frente al artículo que muy posiblemente les dé nuevas opiniones y visos de una persona que recién se arroja de la academia al gremio creativo del país.

Debo decir que es un artículo voraz que me inquietó cada vez más en la medida en que terminaba cada párrafo porque me confirmó, le agregó nuevos puntos de vista a lo que había visto, y también me ofreció puntos con los que no necesariamente estuve de acuerdo. Visité el museo el día de la inauguración y los aires animosos sin duda me hicieron convencer de la nueva visión de la institución. Lo anterior a partir de la apertura hacia la intervención del puente de Mazzanti, la instalación invasiva de los tubos amarillos, la renovación de la marca MAMBO con gestos gráficos contemporáneos, entre otras cosas. Sin embargo, sí me cuestioné frente a la escogencia de los artistas, más que todo por Olga de Amaral y Jim Amaral, artistas a mi concepto modernos (aunque no sé si ellos se denominen así o no, pero a mi concepto lo son) porque si se trataba de ser contemporáneos y actuales, éstos artistas no eran entonces los ideales; luego vi que había habido una intención en lo expuesto por parte de Olga para ser invasiva y permitir que los espectadores tuvieran contacto con sus piezas, y me dije: -“está bien”- también con Manigua, obra de Cárdenas, que me pareció en general bien intencionada.

No obstante, lo que pensé y opiné fue que sin duda no era una visión totalmente renovada; sino que era más bien transicional; pues tenía un pie en el arte moderno y uno en el contemporáneo, y estaba bien, porque al fin y al cabo ese es el tema en discusión para la mayoría de los campos artísticos en Colombia, desde la academia hasta las instituciones de siempre se preguntan ¿cómo pasar de lo moderno a lo contemporáno? Desafortunadamente la inyección económica del país no ha hecho que sea contundente el inicio de una nueva etapa en el arte sino que más bien esto ha sido un arrastre que poco a poco se ha venido gestando con: galerías nuevas e independientes, con vientos de intereses en el Diseño porque supone “lo cool”, “lo mediático” y “fotografiable-o de buen registro” conectado directamente al Boom de las redes sociales, pero también sin duda por programas artísticos que sí han buscado nuevos horizontes, tal es el caso de algunas escuelas de Arte y Diseño de Colombia que han entrado justo esta semana en Rankings de los mejores programas en el mundo.

 Y que bueno que esto anterior esté sucediendo de esta manera, sinceramente, “lo moderno”, “la revolución industrial” y el arte desde los oficios ya está obsoleto; sería el colmo si no somos conscientes de ello. No podemos mentirnos, al decirnos que lo moderno fue el boom en el mundo, y en Colombia, tanto así que no hemos podido salir de nombrar a Salmona como nuestro referente más grande en arquitectura, porque es que además tampoco ha surgido quien supere su desempeño. Al día de hoy las bases y preceptos modernos son tan fuertes en nuestro diario que no hemos podido hacer algo mejor, tanto desde lo discursivo como desde lo factual – Hacemos entonces una exposición que se llama “De la Línea al espacio”- porque es que el punto y la línea sigue vivo en nosotros, no hemos podido salir de ésta época que reveló la luz en un momento de crisis.

Reanudando y confirmando la posición sobre este tema de seguir en lo moderno, como lo dice Claudia Díaz en la crítica, si el MAMBo rompía la Institucionalidad (Moderna per sé), podía perder el apoyo y por esto recurrió a los artistas de siempre. En general en el país estamos amarrados porque no hemos podido cambiar de mentalidad, y porque básicamente las personas consolidadas en el gremio son monumentos modernos que siguen pensando lo mismo y por ende produciendo tal cual. La misma escuela de Arquitectura y Diseño de los Andes el presente año tuvo que cambiar su decano porque mientras que una carrera hablaba del Diseño holístico, con nuevos campos como el Diseño de Servicios, de Experiencias, de Información e Interactivo, con forme otras escuelas del mundo en el mismo campo; la carrera de Arquitectura sigue haciendo maquetas de cubos de cartón mientras que en otras partes del mundo se imprimen modelos de edificios que se mueven y tienen preceptos totalmente lejanos a los modernos.

Con las cosas que no concuerdo de la crítica, es en primera instancia la satanización sobre Claudia Hakim, pues sabiendo que viene de la galería NC y el trabajo tan maravilloso que se ha venido haciendo desde la apertura de ésta galería, y el que se sigue haciendo ahora con la disposición de Claudia Segura en la curaduría de nuevas exposiciones. Claudia Hakim no puede ser una persona apegada a lo viejo, pues la misma Hakim fue quien puso esta mente brillante y abierta a cargo de NC, y sólo una mente lúcida confirma su lucidez cuando contrata a otra persona lúcida. No creo que ella esté obsoleta, que siga creyendo en el arte de antaño, es visionaria, lo que pasa es que NC y el MAMBo son dos instituciones muy diferentes, por tanto su dirección no puede ser la misma. El cambio ha de ser progresivo y esperemos que efectivamente nos alejemos de la seguridad institucional para dar espacio a artistas contemporáneos ávidos, que sepan romper esta sombra sobre la que estamos, que inspire otros campos del arte o inclusive venga de otros campos como del diseño o la arquitectura, sin ninguna barrera, alguien que rompa el código y el estancamiento en lo que lo posicionado vive, mentes como la de Antonio Caro que irrumpan lo estático como alguna vez lo hizo para ahora ser reconocido; y estoy seguro de que las hay, y que las habrá, y tendremos que darle luz a éstos personajes. En otra instancia con la cual tampoco estoy de acuerdo, es la crítica a la decisión arquitectónica para enterrar el piso del auditorio, suena nostálgico cuando propiamente se critican las miradas al pasado. Considero y le otorgo a Mazzanti una validez a su propuesta sí bien al haber tapado este piso, puso sobre él, en un gesto de remembranza, un auditorio al aire libre, totalmente público y permeable para ver proyecciones sobre la fachada norte del Museo bogotano.

Habremos entonces de seguir pedaleando, de seguir integrando las artes en torno a un discurso fluido, poroso y contemporáneo, una búsqueda por una identidad que se valga de eso pasado para hacer presente y futuro, pues nacidos ya estamos. Solo queda no aferrarse al pasado y cambiar poco a poco permitiendo que nos influyan nuevos pensamientos sobre el hacer, ideas que den cuenta de nuevas realidades que vivimos y habremos de buscar vivir como mentes que siempre están cambiando.

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